Velad y orad

17 de enero de 2022 0 Por admin

Esclavitud de Amor a María Santísima Reina de la Paz. Día 7

CÓMO SE HA DE RESISTIR  A LAS TENTACIONES


Veni Creator Spíritus

Ven, Espíritu Creador,

visita las almas de tus fieles

llena con tu divina gracia,

los corazones que creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,

don de Dios Altísimo,

fuente viva, fuego,

caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;

Tú, dedo de la diestra del Padre; 

Tú, fiel promesa del Padre;

que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos;

infunde tu amor en nuestros corazones;

y, con tu perpetuo auxilio,

fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,

danos pronto la paz,

sé nuestro director y nuestro guía,

para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,

al Hijo revélanos también;

Creamos en ti, su Espíritu,

por los siglos de los siglos

Gloria a Dios Padre,

y al Hijo que resucitó,

y al Espíritu Consolador,

por los siglos de los siglos. Amén.


San Mateo 26, 41

“Velad y orad para que no caigáis en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil”


Mensaje, 18 de marzo de 2007

“¡Queridos hijos! Vengo a ustedes como Madre con regalos. Vengo con amor y misericordia. Queridos hijos, en mí hay un corazón grande. Deseo que en él estén todos sus corazones, purificados por el ayuno y la oración. Deseo que juntos, por medio del amor, nuestros corazones triunfen. Deseo que a través de ese triunfo vean la verdadera verdad, el verdadero camino y la verdadera vida. Deseo que puedan ver a Mi Hijo. Les doy las gracias.”


Esto se refiere especialmente a aquellos temerarios, que creen conseguir todo lo que se imaginan. Y así cuanto más confiamos en el fervor de nuestra mente, tanto más debemos temer de nuestra propia fragilidad. Pues aunque causen estragos y heridas profundas los pecados de la carne y las debilidades del corazón mundano, sin embargo es más difícil que reconozca su ceguera, supere las pruebas y conozca según el espíritu los misterios del Señor, quien está envenenado de vanidad por la suficiencia de sus esfuerzos, por los conocimientos en su memoria, por la eficacia de sus estrategias. Estos corazones, que no caen como el publicano y la prostituta, si caen ofreciendo monedas, a cambio de traicionar al Redentor. 

“¡Oh alma querida, cuánto va del alma formada en Jesucristo, por los medios ordinarios de la que, como los escultores, se fía de su pericia, y se apoya en su industria, al alma bien tratable, bien desligada, bien fundida, que sin estribar en sí, se mete dentro de María y se deja manejar allí por la acción del Espíritu Santo! ¡Cuántas tachas, cuántos defectos, cuántas tinieblas, cuántas ilusiones, cuánto de natural y humano hay en la primera! Y la segunda, ¡cuán pura es y divina y semejante a Jesucristo!” (El Secreto de María, 18)


Ave Maris Stella

Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios

y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,

y has cambiado el nombre de Eva,

establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,

da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males

y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas

por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,

aceptó ser Hijo tuyo.

¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!

Haz que, libres de nuestras culpas,

permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,

prepáranos un camino seguro; para que,

viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,

gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,

a los Tres un mismo honor. Amén



 “La sabiduría diabólica es el amor y estima de los honores. Los sabios según el mundo la profesan cuando aspiran –aunque secretamente- a las grandezas, honores, dignidades y cargos importantes; cuando buscan hacerse notar, estimar, alabar y aplaudir por los hombres; cuando en sus trabajos, afanes, palabras y acciones sólo ambicionan la estimulación y la alabanza de los hombres al querer pasar por buenos cristianos, sabios eminentes, ilustres militares, expertos jurisconsultos, personas infinitamente meritorias y excepcionales o de gran consideración; cuando no soportan que se les humille o reprenda, cuando ocultan sus propios defectos y alardean de lo bueno que poseen.”  (Amor de la Sabiduría Eterna, 82) 

“La divina María, lo digo con los Santos, es el paraíso terrestre del nuevo Adán, en la que Jesús tomó carne por obra del Espíritu Santo para obrar en él maravillas incomprensibles. Es el grande y maravilloso mundo de Dios, en el que hay bellezas y tesoros inefables. Es la magnificencia del Altísimo, en la que ha ocultado como en su seno a su Unigénito, y con él cuanto hay de más excelente y de más precioso. ¡Oh, y qué de cosas grandes y ocultas ha hecho ese Dios poderoso en esta criatura admirable! Como Ella misma se ve obligada a decirlo a pesar de su profunda humildad: Hizo en mí grandes cosas el Poderoso (Luc. 1,49). El mundo no la conoce, porque es incapaz e indigno de conocerla.” (Tratado de la V. D., 6)


Mensaje, 2 de julio de 2011 

“Queridos hijos: a causa de vuestra unión con mi Hijo os invito a dar un paso difícil y doloroso: Os invito al reconocimiento completo y confesión de los pecados, a la purificación. Un corazón impuro no puede permanecer en mi Hijo y con mi Hijo. Un corazón impuro no puede dar fruto de amor y de unidad. Un corazón impuro no puede cumplir con las cosas rectas y correctas, no es ejemplo de la belleza del Amor de Dios frente aquellos que están alrededor suyo y que no lo han conocido. Vosotros hijos míos, reuníos en torno a mí llenos de entusiasmo, de deseos y de expectativas, sin embargo Yo oro al Buen Padre, para que por medio del Espíritu Santo de mi Hijo, ponga la fe en vuestros corazones purificados. Hijos míos, escuchadme, encaminaos conmigo.”


Magnificat

Proclama mi alma

la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador;

porque ha mirado la humillación

de su esclava.

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho

obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.